A veces pasa que hay cosas que no apreciamos, porque están tan sujetas a lo cotidiano, que las pasamos por alto, y desconocemos que tal vez, tras ellas se esconde una historia, o un origen concreto, que puede llegar a ser interesante y curioso.
A mi parecer, es algo aplicable al tema a tratar hoy: las placas con los nombres de las calles y la numeración de las casas, y no me refiero a las placas modernas, ya sean metálicas, cerámicas o de otros tipos, que son sucesoras directas de las que vamos hablar aquí.
Como pasa con muchas cosas, todo tiene un origen y un porqué, y el tema en cuestión no se escapa a ello, así que hay que viajar hasta el año 1859, que es cuando por primera vez en Ibi se fabrican y colocan estas placas cerámicas blancas y azules que habréis visto en algunas calles del casco antiguo.
Pero, ¿por qué justo en ese momento? Bien, con el objetivo de elaborar con todas las garantías posibles el censo de población de 1860, se promulgó la Real Orden sobre Rectificación del Nomenclátor general de los pueblos de España, de fecha 31 de diciembre de 1858, destinada a la formación de un completo padrón de edificios.
Para ello, fue necesario identificar todas las calles y plazas, dando nombre a las que aún no lo tuvieran fijo, o estuvieran indebidamente agregadas a otras calles, adjudicándoles la denominación con que se las conocía popularmente.
En este sentido, Ibi realizó sus "deberes" con agilidad, pues en abril de 1859 los trabajos ya estaban concluídos.
Estas placas con los nombres de las calles debían ser colocadas en ambos extremos de las mismas, concretamente en la parte izquierda del transeúnte, pues las indicaciones que marcó esta ley estaban sujetas a una serie de normas y criterios rigurosos.
Dentro del pueblo, por ejemplo, todo debía estar rotulado y numerado con pinceladas azules sobre cerámica blanca, sin consentirse variación de dimesiones o de formas, ni arbitrariedad en su colocación.
A la hora de numerar todas las casas de cada una de las calles y plazas, se dio entrada a las mismas según su proximidad a la Casa Consistorial (actual Archivo Municipal), de manera que los números impares quedaran en la acera de la mano izquierda, y los pares en la de la derecha.
Estos que aparecen a continuación son algunos ejemplos de placas que aún se conservan y que he podido fotografiar recientemente. Hay algunas que han llegado hasta nuestros días en buenas condiciones, sin embargo otras, no han corrido la misma suerte.
En total se contabilizaron 761 edificios en el casco urbano, y de aquellas primeras placas cerámicas con los nombres de las calles, hoy en día solamente queda una en su lugar, que es la que podéis ver en el nº 1 de la calle Subida a San Antonio. Dado que su estado no es el más adecuado, y la casa donde se encuentra tampoco se encuentra en las mejores condiciones, esperemos que no se pierda para siempre.
Además, en todas las entradas al pueblo, junto a la denominación de la calle que correspondiera, se colocaron también azulejos indicando el nombre de la población, el partido judicial, y la provincia a la que pertenecía. Útiles para los viajeros, informaban a todos los habitantes de la división administrativa de España en provincias, vigente desde hacía escasamente veinticinco años.
De estas últimas, y al igual que ocurre con las cerámicas alusivas a los nombres de las calles, solamente queda una en su lugar, se trata de la que existe en el nº 30 de la calle San Juan, en un estado bastante lamentable, y medio escondida detrás de una bajante.
Además de ésta, se tiene conocimiento de la ubicación de al menos dos más. Una era la de la calle Berlandí, que al demoler la casa en la que se encontraba para construir una nueva, fue retirada (pues tienen la consideración de bienes protegidos), sin embargo, tanto esa placa como la de la calle se rompieron en el proceso de extracción de la pared, y sus pedazos fueron llevados al Archivo Municipal, donde deben estar.
De la otra placa, da testimonio Ramón Samper, de la que decía "que está adosada en la fachada superior de la casa nº 33 de la calle de San Roque". Así mismo indicaba también que esta casa ya no existe ya que fue demolida para dejar paso a edificios modernos. Su ubicación correspondería aproximadamente al punto intermedio entre los actuales 23 y 25 de la misma calle. Adjunto imagen de la misma a continuación.
Lógicamente, existirían más placas cerámicas de este tipo en las otras entradas a la población, lamentablemente no dispongo de información sobre ellas.
Ahora bien, no solamente el casco urbano fue objeto de ordenación, sino que la totalidad del término municipal fue sometido a la ley anteriormente mencionada. Para ello se dividió administrativamente en cuatro cuarteles rurales por líneas teóricas dibujadas siguiendo caminos o barrancos en dirección a los cuatro puntos cardinales. De esta forma, tenemos que el cuartel Este se centraba en el Camino de Alcoy, el cuartel Norte en el camino de Valencia, el cuartel Oeste en el Camino de Castalla, y el cuartel Sur en el Camino de Tibi.
En cada uno de ellos, las masías, casetas, o cualquier edificio se identificó por un número creciente conforme aumentaba su distancia al pueblo. Dicho número esta vez debía ser en color negro sobre azulejo blanco, con una pequeña letra en la esquina superior derecha, inicial del cuartel que le correspondía (E, N, O, S). Estas placas hoy día ya son muy escasas, pues los cambios de numeración, el expolio y el abandono han acabado con la mayoría de ellas.
En este caso, se contabilizaron 288 edificios dispersos entre todos los cuarteles: 88 en el Este, 52 en el Norte, 40 en el Oeste, y 108 en el Sur.
Éstos, ordenados por distancia eran: el Molino de la Balsa (4N), el Molí Chiquet (6N), el Molino de papel (7N), el Molino Nuevo (10N), el Molino Vicari (15N), el Molino Curt (17N), el Molino de la Peña (20N), y el de Don Pascual (22N). Entre los dos primeros, junto a la balsa, se situaba la caseta del Partidor de Aguas (5N).
Las 40 edificaciones del cuartel Oeste empezaban con El Corralet (1O), entre las calles de Tibi y de Alicante; y el Balsín (2O), junto al camino de Castalla. Llegaba hasta la partida del Safarich, y numeraba Derramadores, algún Alamí, y sobre todo Alfases y Doncellas.
El cuartel Este alcanzaba su número más alto en la partida de Corbó (82E), y reunía casas de Campos, Returas, y la Canal, así como Ramblas y Foyetas.
A él pertenecían las ermitas de Santa Lucía (6E), y la de San Pascual (53E), la casa de Foyaderes (62E), y los pozos de nieve de Pocotrigo (4E), el del Caño (70E), y el del Simarro (75E).
En cuanto al cuartel Sur, comprendía el terreno entre el camino de Alicante, por la parte de poniente, y los caminos de la Devesa y de Torremanzanas. Era el más poblado e incluía Foyetas, Ramblas y Sargarets; Ribarrojas, Derocas, y Argamells; Plas y Carrascales. El primer número correspndía al pozo de nieve de la Calle San José (1S), y también pertenecían a este cuartel el Sargaret (25S), y el Carrascal de Anselmo (102S).
Sin duda, una información curiosa y muy interesante sobre estas placas que como mencioné al principio, pasan desapercibidas a diario, pero que guardan una historia digna de ser contada y recordada, gracias al estupendo estudio que en su día realizó Lidia Sancho, y de cuyo artículo me he servido para poder acercaros hoy esta entrada.
Espero que la disfrutéis.
Saludos, Ibi-bloggers.
Fuente: Azulejos, rotulación y numeración (Lidia Sancho). Revista de Fiestas de Moros y Cristianos 2015
Placa 28N: Extraída del mismo artículo.