Desconozco la fecha en la que este curioso relato tuvo lugar, aunque debió ser entre finales del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX.
Se cuenta que en la finca de Fernova la Gran, propiedad en aquel entonces de D. Pascual Perez, regresaba a ella, una noche, de madrugada, el hijo del mediero de la finca. Se llamaba Félix.
Cuando se acercó a la casa, de repente escuchó una voz que le decía: "Fèlix, puja... Fèlix, puja...". Dado que la casa estaba como excavada en parte de un declive, a Félix le pareció que la voz venía de lo alto, por lo que, al ver que no cesaban aquellas voces, y guiándose por ellas, comenzó a subir.
Al llegar a un pino, que estaba muy inclinado, notó como si alguien hubiera intentado darle un manotazo, pero sin que llegaran a tocarle, y parece ser que entonces percibió un olor especial. Asustado, comenzó a correr hacia la casa a toda velocidad, y justo al traspasar la puerta y cerrarla rápidamente, se escuchó un fuerte golpe sobre la misma, mientras que la misma voz anterior dijo: "Aixó t'ha salvat".
Ante todo aquello, toda la familia se alarmó, y no quisieron averiguar nada más aquella noche, quedando, no obstante, a la espectativa.
A la mañana siguiente, al abrir la puerta, se observó en ella una marca, como de quemado, y que parecía ser la huella de una mano, profundamente grabada.
Durante mucho tiempo se conservó dicha marca, así como aquel pino inclinado, al que desde entonces se le conoció como "el pinet de Pujafèlix".
Fuente: ESTAMPAS Y RECUERDOS IBENSES. Antonio Anguiz Pajarón.
Imagen: Toponímia dels pobles valencians. Ibi.
Se cuenta que en la finca de Fernova la Gran, propiedad en aquel entonces de D. Pascual Perez, regresaba a ella, una noche, de madrugada, el hijo del mediero de la finca. Se llamaba Félix.
Cuando se acercó a la casa, de repente escuchó una voz que le decía: "Fèlix, puja... Fèlix, puja...". Dado que la casa estaba como excavada en parte de un declive, a Félix le pareció que la voz venía de lo alto, por lo que, al ver que no cesaban aquellas voces, y guiándose por ellas, comenzó a subir.
Al llegar a un pino, que estaba muy inclinado, notó como si alguien hubiera intentado darle un manotazo, pero sin que llegaran a tocarle, y parece ser que entonces percibió un olor especial. Asustado, comenzó a correr hacia la casa a toda velocidad, y justo al traspasar la puerta y cerrarla rápidamente, se escuchó un fuerte golpe sobre la misma, mientras que la misma voz anterior dijo: "Aixó t'ha salvat".
Ante todo aquello, toda la familia se alarmó, y no quisieron averiguar nada más aquella noche, quedando, no obstante, a la espectativa.
A la mañana siguiente, al abrir la puerta, se observó en ella una marca, como de quemado, y que parecía ser la huella de una mano, profundamente grabada.
Durante mucho tiempo se conservó dicha marca, así como aquel pino inclinado, al que desde entonces se le conoció como "el pinet de Pujafèlix".
Fuente: ESTAMPAS Y RECUERDOS IBENSES. Antonio Anguiz Pajarón.
Imagen: Toponímia dels pobles valencians. Ibi.