domingo, 1 de marzo de 2020

La ermita de San Pascual

La ermita de San Pascual se ubica dentro del paraje natural del mismo nombre, al este de la población. Conocida por todos es la romería que se celebra en torno a ella allá por el mes de mayo.

Ateniéndonos a la documentación, tenemos que la ermita no figura en el Libro de Visita de 1742, ni tampoco en la Relación de Fabián y Fuero de 1790, aunque en esta sí figura la Partida de San Pascual, lo que presupone que la ermita estaba ya en pie dando nombre a la toponimia del lugar.

Si tenemos en cuenta lo que Pascual Madoz nos dice en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar en 1846: "Hay 4 ermitas; una de San Vicente, situada al último pueblo del SO.; otra de Sta. Lucía en una montaña al N., en cuyas faldas se extiende la poblacion; otra de San Miguel en la cumbre de otro cerro inmediato al O.; y otra de San Pascual al NE. distante una hora, sobre una elevada montaña."

Teniendo en cuenta, como ya hemos dicho, que no figuraba en la Relación de Fabián y Fuero, pero sí en la obra de Madoz, podríamos decir que podría haber sido construida entre 1791 y 1845.

Las fotografías más antiguas de la ermita, muestran que ésta era de tipo rectangular con muros de adobe y tejado a dos aguas. Sin embargo, en 1962, ante el informe del arquitecto municipal Antonio Domenech Pastor, se procede a su demolición. La Junta Rectora de la Cofradía de San Pascual se propuso hacer una ermita nueva, por lo que encarga, al mismo arquitecto, el proyecto de la misma.

El resultado fue una obra muy distinta, encajando dentro de una sensibilidad vanguardista.
El propio arquitecto resumía: "La idea de la nueva ermita, se reduce a un simple nicho de planta asimétrica con una cubierta abovedada rematada por una visera volada y un elemento destacado verticalmente para la sustentación de una campana, rematado por una fina y esbelta cruz de hierro, en resumen, casi lo imprescindible para albergar un altar y la imagen del Santo titular."

Ermita en la actualidad.

Como se comentó al principio, es habitual la romería que se celebra en la ermita e inmediaciones, el 17 de mayo, o fin de semana próximo a dicha fecha, y que tan conocida es por todos los ibenses. Como dato curioso, me gustaría dejar constancia de las antiguas romerías, en las que, como actos previos se "paseaba" un borrego por el pueblo, y se vendían papeletas para ayudar a celebrar la fiesta. También se vendían papeletas para rifar un San Pascual pequeño, y en la mañana de la fiesta se alquilaba un coche para que subiera el cura con los ornamentos y vasos sagrados a celebrar la misa con sermón y canto de los gozos.
Para el Corpus, si salía una cuadrilla que estuviera dispuesta, se bajaba la imagen del Santo al pueblo para que acompañara, junto a las otras imágenes en la procesión.


Para finalizar, me gustaría recordar que existe una leyenda que intenta relatar los hechos que motivaron la construcción de la ermita, y que en su día ya pudisteis leer en este blog. Si os apetece releerla, podéis hacerlo pinchando aquí.

Espero que nos encontremos pronto, Ibi-bloggers. 




Fuente: LAS ERMITAS DE LA PROVINCIA DE ALICANTE. Ramón Candelas Orgiles.
Foto 2: Ramón Doménech. 





domingo, 23 de febrero de 2020

Leyendas ibenses (4): El cavall de foc

Muchos de vosotros, cuando habéis ido a la ermita de Santa Lucía, habréis visto esas extrañas marcas grabadas en la piedra, en forma de herradura. Y también estoy seguro que algunos habréis escuchado la explicación en forma de leyenda que se atribuye a las mismas.

Se trata de la leyenda del "cavall de foc", o "cavall de foc sobre Santa Llúcia", todo un clásico entre las leyendas locales, y que desde el blog de Ibi, quiero recordaros:

Cuenta la leyenda que, hace muchísimo tiempo, en tiempos de guerra, llegó a Ibi un hombre extraño y silencioso. Esta persona buscaba alojamiento para pasar las noches y resguardarse del frío, así que los vecinos del pueblo, que por aquel entonces eran pocos, aceptaron darle un techo a cambio de que cuidara los animales que cada uno tenía.

Pasado un tiempo, todo parecía normal y nadie sospechaba nada, pero poco tiempo después dio la casualidad que comenzaron a desaparecer de los corrales del pueblo las gallinas, conejos, pavos, patos... sin embargo, lo más alarmente fue que también comenzaron a desaparecer, sin dejar rastro, todos los niños de la contornada.
¿Qué les habría pasado a aquellas criaturas? Los padres, desesperados, no sabían que hacer, hasta que un día, por fin, pudieron resolver el misterio. 

Por una de esas casualidades, una noche, un vecino que se había despertado muy pronto, pudo ver como aquel forastero se llevaba una criatura dentro de un saco. Consciente de la gravedad de la situación, aquel buen hombre lo siguió hasta llegar a una cueva donde... ¡sorpresa!, aquel individuo, aquella mala bestia, tenía encerrados a todos los animales, y a todos los niños desaparecidos en el pueblo.

A toda prisa, el hombre corrió hacia el pueblo para explicar lo que había visto. Estaba anocheciendo, pero nadie quiso esperar al día siguiente, así que armados con hachas, azadas, horcas, y antorchas, organizaron una expedición para ir hasta la cueva de aquel hombre infernal. 

Cuando la gente de Ibi llegó a aquel lugar, el forastero ya huía, como si de una cabra salvaje se tratara, hacia la cima de la ermita de Santa Lucía, donde estuvo ubicado el antiguo Castell Vermell, y por más que intentaron apedrearlo y golpearlo, aquel hijo del infierno continuó huyendo, hasta que llegó arriba del todo. Cuando parecía que no tenía escapatoria, y la gente del pueblo lo acorraló contra la puerta de la ermita, ocurrió algo asombroso: del cielo descendió un caballo de fuego, y de un salto, aquel hombre se subió a él. El caballo se impulsó, golpeando furiosamente sus patas contra las piedras,...  y desaparecieron los dos, el caballo y el hombre, envueltos en llamas, hacia el cielo.

Todavía hoy, aquellos que no creen esta historia, pueden ir a visitar la zona de la ermita de Santa Lucía, y comprobar que aún son perfectamente reconocibles, marcadas sobre la roca, varias marcas de herraduras, que aquel caballo de fuego dejó grabadas para la eternidad.

Marca de herradura grabada en los escalones de acceso a la ermita.


Hasta aquí la leyenda, y aquellos que no la conocíais,a partir de ahora, seguro que cuando veáis esas marcas de herraduras, recordaréis esta historia.

Hasta pronto Ibi-bloggers.





martes, 16 de diciembre de 2014

Retablos cerámicos (4)

Como viene siendo habitual en esta sección, intentamos recordar aquellos paneles cerámicos que en su día encontrábamos en algunas fachadas de viviendas, los cuales, en ocasiones daban nombre a la calle donde se encontraban. Muchos de ellos, fueron destruidos en la guerra civil, y otros se conservaron, mientras que otros tantos se repusieron después.
De entre todos, habían dos que no eran cerámicos. Uno era (y es), San Antonio de Padua, el cual se encuentra en la calle subida a San Antonio, y el otro, del cual hablamos más abajo, San Nicolás Tolentino, el cual ya no se encuentra en su fachada.

Por otra parte, también hablaremos de los dos retablos dedicados a San Pascual que habían en Ibi, de los cuales uno podemos contemplarlo todavía; mientras que el otro, si quisiéramos verlo, imagino que sería más complicado.


SAN NICOLÁS TOLENTINO


Para empezar, el primero que nos ocupa, y tal como hablamos arriba, es uno de los dos paneles que no fueron cerámicos. Se trata de San Nicolás Tolentino, el cual se encontraba pintado en una chapa metálica, la cual ocultaba su respetiva imagen que permanecía detrás, en una hornacina que daba al interior de la vivienda, y que se sacaba fuera el día de la celebración del santo.
Ésta se encontraba en la calle Empedrat, número 34, y cuando en el año 2009 se acometieron unas obras de restauración en dicha vivienda, la chapa donde estaba pintado desapareció de la fachada, y fue a parar al contenedor de los escombros. (¡Bravo!, así se cuida del patrimonio local). En fin, afortunadamente, alguien que pasó por allí, lo vió tirado y lo rescató. 
Es cierto que los ultimos años, a consecuencia de estar en el exterior,  la imagen apenas podía adivinarse sino bajo una sombra negra.
Si no me equivoco, actualmente se conserva en la iglesia de la Transfiguración, quizás a la espera que alguien se interesa por ella y por una limpieza que haría que la imagen que tiene debajo volviera a aparecer.

SAN PASCUAL BAILÓN



Este retablo  de San Pascual, el primero de los dos que nos ocupan hoy, se encuentra en la calle San Pascual, número 25, donde se puede contemplar actualmente.  Desconozco su datación, y aunque me indican que podría ser el antiguo retablo que Antonio Anguiz cita en alguno de sus artículos, y que según él se encontraba en la fachada de la casa de sus padres, en la calle Ravalet, he de decir que no se trata del mismo. Aquel era más antiguo y en origen estuvo ubicado en la fachada del parador San Pascual. Este hostal, en aquel entonces en la calle San Blas, 59, pasó tiempo después, junto con el numero 61, a convertirse en dicha casa hoy conocida como la del Dr. Anguiz. Aquel retablo pasó al interior de la casa, pero en época más reciente fue sustraído a como consecuencia de uno de los robos que sufrió la casa.

Volviendo al actual, decir que posee una inscripción en su parte inferior en la que se lee SAN PASCUAL BAYLON, así como otra más pequeña, en el extremo inferior derecho, relativa al fabricante, que dice: A. Sanchís - COLÓN 62 - VALENCIA.


SAN PASCUAL BAILÓN



Este antiguo retablo, también está dedicado a San Pascual, como el anterior. De dimensiones aproximadas de 60 x 80 cm., dataría de finales del s. XVIII, y en su parte superior izquierda tiene una leyenda en la que se lee Sn. Pasqual Bay / lon.
Parece ser que originariamente estuvo ubicado en la masía de Campos de dalt, pero lo que sí que es cierto, es que actualmente está en poder de un coleccionista, por lo que ya resultaría más complicado poder verlo.


Por último, no me gustaría despedirme sin recordar la leyenda ibense asociada a San Pascual, ya que hemos hablado de sus retablos cerámicos, y la cual ya comentamos en su día. La podéis leer aquí.




Como siempre, os animo a aportar fotografías y comentarios a fin de ampliar la información que aquí exponemos, para que entre todos podamos aportar nuestro granito de arena a la difusión de la historia, cultura y tradiciones ibenses.

Un saludo, Ibi-bloggers.





Fuentes consultadas:

LIBRO DE FIESTAS DE MOROS Y CRISTIANOS. 1986
Foto de San Nicolás Tolentino:  Vicente Satoca. Fondo Archivo Municipal Ibi.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

La ermita de San Vicente

Bien conocida por todos los ibenses, la ermita de San Vicente se erige como la única ermita urbana de nuestro pueblo.

Fue bendecida por el vicario Mosén Esteban Lasierra el 26 de mayo de 1572. En su origen no era tal y como ahora se conoce, y a lo largo de los años se hicieron diversas obras de reestructuración y reconstrucción. En 1603 se realizaron importantes obras (dato conocido a diversas donaciones contenidas en algunos testamentos), y el 26 de abril de 1604 fue bendecida nuevamente por el rector de Castalla.

Existe un testimonio en el Libro de Visita de 1742, en el que podemos leer:
"...dicho Ilmo. Señor visitó la Hermita del Señor San Vicente Ferrer, Patrono de la referida Villa de Ibi, y halló en el Altar mayor de ella un retablo a lo antiguo y en medio de el un lienzo de San Vicente Ferrer, y dicho altar lo halló con todo lo necesario para celebrar el sacrosanto sacrificio de la Misa".

Se sabe que la ermita tuvo campana y cuatro capillas dedicadas a San Nicolás Tolentino, San José, San Antonio Abad y San Antonio de Padua, y Santa Rita de Casia.

Saqueada y quemada en 1936, fue reconstruida posteriormente, aunque fue en 1969 cuando estuvo a punto de desaparecer, pues el 9 de junio, la Corporación Municipal "acordó ceder de forma gratuita a la Delegación Local de Juventudes, la antigua Ermita de San Vicente, hoy convertida en solar... para poder edificar un Centro...".  La sorprendente decisión de nominar en los documentos a la ermita como solar, con el fin de obtener su demolición, llama notablemente la atención. Afortunadamente se pudo salvar la ermita de tal derribo.

Ya en el año 1989, concretamente el 11 de septiembre se inauguró la restauración interior de la ermita (la fachada se restauró en 1981), colocándose un retablo de madera policromada del s. XVII, y se trasladaron a ella los dos frescos del s. XVI, que fueron recuperados en 1982, y que desde entonces estaban en la Casa Gran.


Detalle de la parte superior del retablo del s. XVII, adquirido tras la última restauración.


Encuadrada en la plaza de San Vicente, la ermita tiene en su lado derecho, adosada, la fuente o abrevadero que todos conocemos. La obra es de muros de mampostería de 60 cm., y contrafuertes interiores; cubierta a dos aguas sobre cerchas y teja árabe; y se orienta según el eje oeste - este.
La fachada principal se orienta al este, es pentagonal, con frontón triangular, el cual está rematado por una cornisa salvaguas, y por una espadaña de obra, al eje de la puerta. 
Ésta, tiene hueco en arco de medio punto dovelado y jambas de sillares, así como las esquinas del frontón aligeran la sobria fachada. 

La planta es de cruz latina, mide 16,45 por 9,60 m. A los pies, la nave tiene pilares cruciformes con pilastras a la faz con plinto y capitel corintio, entablamento, cornisa, y arcos fajones de medio punto que apoyan la bóveda de cañón, que forma lunetos, con los muros por encima del acceso a las capillas entre los contrafuertes. 

Detalle del interior.
 
El crucero se cubre con cúpula sobre pechinas, la cual es ciega, con un medallón en el centro realizado en relieve y de complicado dibujo. En las cabeceras del transepto se abren sendas ventanas rectangulares. El presbiterio, elevado un escalón, tiene el testero recto en el que apoya el retablo barroco comentado anteriormente, el cual tiene una hornacina ocupada por una talla policromada de San Vicente Ferrer. A su derecha, se accede a la sacristía y al coro que se abre a la nave por un amplio hueco con balconcillo. 
Por lo que respeta al piso, las losas de cerámica roja que lo conforman, están ocultas actualmente bajo una tarima de madera.

Hoy en día, como todos sabéis, la ermita está dedicada a sala de exposiciones.

No me gustaría terminar, sin plantear algo que hace tiempo llevo pensando, al igual que mucha gente con la que he hablado lo piensa también, y es que los dos frescos que se encuentran ocultos tras paneles de madera, y que datan del s. XVI, deberían de estar expuestos a la vista de quien quisiera verlos, protegidos con las medidas que se estimasen oportunas, obviamente. Los frescos, son dos elementos de los más antiguos que tenemos en Ibi, ¿por qué no exponerlos a la vista?

Saludos, Ibi-bloggers.







Fuentes consultadas:

IBI, DE LLOC A VILA REIAL. Antonio Castelló.
LAS ERMITAS DE LA PROVINCIA DE ALICANTE . Ramón Candelas.
ENTRE EL RIU I LA VIA. CIEN AÑOS EN LA VIDA DE IBI. Salvador Miró.

jueves, 20 de noviembre de 2014

El primer helador valenciano: un ibense

Efectivamente, leyendo el título de esta entrada sabemos que hoy la cosa va de helados. Y concretamente, toca hablar de Carlos Rico Fuster (1884 - 1934), ibense considerado hasta el momento, tal como reza el título, el primer helador valenciano.

Su historia comienza en Canarias, donde se encontraba vendiendo agua limón y agua de cebada, y desde donde un día, desprendiéndose del característico blusón negro se enroló como grumete en un barco extranjero, embarcándose rumbo a Uruguay, y concretamente a Montevideo, ávido de conocimientos.

Una vez allí, frecuentó las industrias del ramo del helado, aprendiendo todo lo que pudo. Después, con un objetivo fijado en su mente, se trasladó hasta Florencia, en compañía de un italiano con el que había hecho amistad, y allí se afincó durante algún tiempo aprendiendo los mil secretos de las cremas, sorbetes e incluso repostería.

Cuando regresó a España, trajo consigo una enorme cantidad de fórmulas debidamente recopiladas en una libreta con tapas de cartón, que ya había comenzado en su etapa americana, por lo que ya, conocedor de la técnica del helado, marchó de nuevo a Canarias, aproximadamente en el año 1908, ofreciendo allí el mantecado, además de otras cremas. La anécdota de este último viaje se da en que el barco que hizo la travesía se hundió un poco antes de llegar, pero Carlos Rico llegó a las islas en compañía de su perrito que le acompañaba, experiencia que remitió a su novia por carta.


La imagen de la izquierda muestra la tapa de la libreta de Rico, y en su parte central se puede leer "Montevideo"; mientras que la imagen de la derecha muestra el índice de dicha libreta. Si os fijáis, la numeración de dicho índice, va de derecha a izquierda, esto se debe a que aunque las recetas las iba anotando desde las primeras páginas, el índice lo fue escribiendo desde la contraportada interior, de derecha a izquierda.

Carlos Rico se casaría en 1912, volviendo a las islas Canarias, y regresando definitivamente tres años después, para establecerse en Zaragoza, concretamente en la calle Azoque, ya en el año 1916.

Aquella primera heladería en tierras aragonesas tuvo tal éxito, que en una sola temporada obtuvo un beneficio de 20.000 duros (haced un cálculo de lo que suponía tal cantidad de dinero en aquella época).
Diariamente, helaba de 800 a 1.000 litros de leche, al ser por entonces lo más habitual el mantecado, y el dinero, en monedas de plata, lo llevaban al banco en un carrito de mano, ayudado por su pinche, Leonardo Sanjuan, quien le acompañó durante diez años.

Tiempo después, allá por 1924 o 1925, traspasó el negocio a unos industriales bilbaínos, por 200.000 pesetas, regresando posteriormente a Alicante, donde, en compañía de sus hermanos, montó otras heladerías.

Más tarde, un hermano suyo se estableció en Valencia, mientras que él se marchó lejos, a El Ferrol, donde abrió "La Ibense", que mantuvo durante algunos años.

Carlos Rico Fuster falleció en 1934, y como curiosidad, su viuda, prestó la libreta antes comentada a sus convecinos, algunos de los cuales, copiaron las fórmulas (más bien los ingredientes, ya que el modo de preparación no lo pone), y otros en cambio, arrancaron las hojas de la libreta.

Así que, a falta de pruebas concretas, anotaciones o fechas, únicamente la libreta de Carlos Rico y las fotografías obtenidas en Uruguay e Italia marcan un camino en la elaboración del helado, convirtiendo a este ibense en lo que nuestro título de hoy nos refería: el primer helador valenciano.

Un saludo Ibi-bloggers.




Fuentes consultadas: LAS BEBIDAS VALENCIANAS. Francisco G. Seijo Alonso.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Monumento a la canalización del Riu de les Caixes

De entre todos los monumentos que encontramos en Ibi, en la gran mayoría de ellos podríamos saber a qué o a quién homenajean con echarles un simple vistazo. En otros, en cambio, es posible que nos resultase más complicado esa tarea. En este último grupo, se podría destacar uno en concreto, que quizás por su forma o estructura, pase más desapercibido que los demás. Seguramente muchos pasaréis por delante de él a menudo. Está situado en la avenida de la Industria, algo más abajo de la Casa de la Cultura, y justo enfrente del IES Derramador.

Sí, ese monumento que parece una especie obelisco negro, con un remate formado por unas barras de hierro en lo más alto. Bien, lanzo la pregunta ¿sabéis qué representa? ¿por qué está ahí?

Pues esta estructura conmemora la finalización de las obras de canalización del Riu de les Caixes. Es obra de Macario Castillejos, y lleva el título "Anna d'Ibi".

Fue el día 15 de julio de 1988, cuando se inauguraron tanto el monumento, como la tercera fase del encauzamiento del Riu de les Caixes, entre el barrio de la Sagrada Familia, y la carretera de Alicante, aunque se completaría después con un tramo adicional hasta la Font Negra a finales de 1989.

Fue inaugurado por el conseller de Obras Públicas en aquel momento, Rafael Blasco Castany, el cual descubrió en la base de la estructura una placa que recuerda aquel acto, y en la que se puede leer:

LES OBRES DE CANALITZACIÓ
DEL RIU DE LES CAIXES,
FOREN INAUGURADES
EL DIA 15 DE JULIOL
PER L'HBLE. SR.
CONSELLER D'OBRES PÚBLIQUES
URBANISME I TRANSPORTS,
D. RAFAEL BLASCO I CASTANY
________
IBI, 1988

No hace falta decir que actualmente, este homenaje a la canalización del rio en forma de monumento presenta un estado bastante descuidado, lo cual podría quedar subsanado con una capa de pintura.

Sea como sea, este peculiar monumento lleva ya 26 años entre nosotros, pasando inadvertido para muchos ibenses.
 
Saludos, Ibi-bloggers.






Fuentes consultadas: BIM. Época 3ª. Nº 38.





martes, 4 de noviembre de 2014

Pozos de nieve (3): Pou de la noguera

Hoy continuamos el camino que nos lleva de ruta por los pozos de nieve, recordando sus aspectos más importantes y animando a todo aquel que no los conozca a que se acerque a visitarlos. Realmente merece la pena.

En esta ocasión nos detendremos ante el Pou de la noguera, del cual hay que empezar aclarando su nombre, el cual procede del nogal existente en sus proximidades, aunque también se le llama Pou del Barranc de la Fabriqueta por la zona en que se encuentra.



El pozo desde la ladera norte de la Lloma Plana. Por detrás, a la derecha se ve la ladera de solana del Menetjador.

Este pozo, de planta circular, y construido en la ladera de solana del Menetjador, data de finales del siglo XVII o principios del XVIII, y fue construido por la familia del nevatero Sirvent, de Ibi, abasteciendo de nieve a Alcoy durante el siglo XVII y buena parte del XVIII.

Su pared interior es de mampostería regular trabada en seco casi en su totalidad. Su muro exterior es, en la parte alta, de 85 cm. de grosor, también de mampostería trabada con mortero.
En la parte sobre el nivel del suelo se aprecian tres puertas de acceso o ventanas, orientadas al nordeste, sudeste y oeste, cuya anchura es de 140 cm., y ninguna de ellas conserva ni el dintel ni los laterales.

En lo referente a la cubierta del pozo, decir que los escasos restos que quedan de ella, están actualmente en inminente peligro de derrumbamiento, y comienzan a desarrollarse desde el nivel del suelo. Probablemente tuvo forma hemisférica, y debió estar hecha mediante la técnica de aproximación de hileras de piedras trabadas con mortero que se irían depositantdo sobre algún soporte.



Vista del interior del pozo desde arriba en la que se aprecian los restos de la cubierta y la vegetación del interior.

Actualmente, en el fondo encontraremos una gruesa capa de tierra sobre la que se desarrolla una tupida vegetación, entre la que destaca un fresno (Fraxinus ornus) de más de 6 metros de altura, que oculta parte de la obra.

Su capacidad estimada era de unos 1.200 m3, y su diámetro de 11,3 m; siendo la profundidad actual del pozo de unos 12 metros.

El pou de la noguera se encuentra dentro del parque natural de la Font Roja, a 800 metros de la cumbre del Menetjador, y los últimos datos a los que tengo acceso, indican que su propiedad corresponde a un vecino de la ciudad de Valencia.



Panorámica del pozo desde la ventana del lado NE

Sin duda, los pozos de nieve son uno de los activos más importantes de la historia de Ibi, un legado que nos dejaron y que tenemos que proteger como sea, antes de que sea demasiado tarde, y ya solo podamos verlos a través de fotografías.

Un saludo, Ibi-bloggers.





Fuente: GUÍA DE LOS POZOS DE NIEVE DE LA PROVINCIA DE ALICANTE. Manuel Vicedo Martínez y Jaime Ramírez Gosálvez.