viernes, 3 de mayo de 2013

Antonio Anguiz Pajarón: "Cosas de mi pueblo, Ibi." (2)

Como continuación a la entrada anterior, en el año 1999, Antonio Anguiz indicaba en el libro de fiestas:



El pasado año empezamos a describir los altares e imágenes de la Parroquia de la Transfiguración del Señor ya fuesen anteriores o posteriores a 1940 y, naturalmente, hasta el conocimiento de datos que habíamos podido recabar; así mismo, cumplimos un año más con la ilusión de colaborar en la Revista de nuestras Fiestas Patronales tal como hemos venido haciéndolo desde hace casi medio siglo y, esperamos, si Dios nos lo concede, poder terminar el próximo año con el capítulo que en mi libro COSAS DE MI PUEBLO, IBI, dedico principalmente a sus altares.
Revista de Fiestas de Moros y Cristianos - 1999. Pág. 223.


Os dejo con la segunda parte del artículo, continuación del anterior:






7º Altar - El Altar Mayor. Ya quedó indicado que el altar anterior limitaba con el presbiterio, aunque todo el conjunto de éste está tres escalones más alto que los altares laterales y que es donde se encuentra el altar dedicado al Patrono de la Parroquia con el mismo nombre que le diera su fundador, el hoy San Juan de Ribera, antiguo Arzobispo de la Archidiócesis de Valencia, o sea de la Transfiguración del Señor, popularmente dicho de El Salvador.
            Desde su edificación, el piso quedaba un poco menos de cuarenta centímetros que el del crucero, con dos escalones centrales y una pared a sus lados. Esa separación del crucero se veía reforzada por la existencia de varios sillones de coro, de madera de una pieza con medio asiento abatible, para facilitar los cantos durante las misas y de antes de determinados actos y situados a cada lado de la escalera central y el del lado de la sacristía, en su centro no podía faltar el Facistol, con su posibilidad de poder girar en ambos sentidos, para la oportuna lectura de la letra y partitura.
            El centro del piso se elevaba con unos escalones y el amplio rellano se podía recorrer bien alrededor de la mesa y bajar para llegar al expositor; a la derecha quedaba una alta y ancha puerta de dos hojas y en la pared de enfrente existía otra igual, pero figurada.
            Don Juan Pablo Pérez-Caballero por el fallecimiento de su esposa, doña Consuelo Moroder, de Valencia, y sin hijos, quiso dejar un recuerdo en su memoria en la Parroquia mejorando sensiblemente este amplio presbiterio, para lo cual empezó por elevar todas las partes del mismo, para una mejor visión de la Sagrada Mesa y los celebrantes; el piso se cambió por grandes losas de mármol blanco y rosado, igual que los escalones y rellano.
            Las paredes se recubrieron de piezas de mármol rosado y en el centro, con rectángulo de negro jaspeado, con alto zócalo, al igual que las bases de sostén para las diversas columnas; en la pared posterior también, pero se estrenó un artístico expositor y a cuyos lados aparecía una galería que para mejor comprensión doy la fotografía, con el mismo zócalo que el resto.
            En el centro del fondo, desde su construcción estaba la gran hornacina con el titular de la Parroquia y también lo fue del pueblo. Se consiguió un excelente grupo escultórico, de mucho valor, con los personajes testigos de la Transfiguración del Señor, el propio Salvador y a sus lados Moisés y Elías, en la cumbre del monte Tabor y más abajo, aturdidos e inclinados los tres discípulos predilectos. Todos ellos a tamaño natural y que también fueron destruidos. Existía un lienzo en el que se reproducía la misma escena anterior en pintura, para los días ordinarios, y en los festivos, se descubría el artístico y armónico grupo de esculturas.
            Hasta que se recuperara otra representación de la escena del Monte Tabor, se encargó un lienzo con semejante pintura para tapar el hueco. El Cascarón y partes altas de las paredes, no han sufrido modificaciones. En el primero, las pinturas son del pintor Joaquín Oliet, de Peñíscola, que fue Baile de Castellón de la Plana, el cual presentó a nuestras autoridades un folleto editado en Alcoy, con fecha de 1825 y que seguidamente pasó a realizar. Dicha fecha, me indica don Antonio Castelló, es la segunda más antigua que figura en los impresos editados en Alcoy.
            El mismo Oliet, dice que en su conjunto quiere representar el triunfo de la Religión, colocando en el centro los signos de la Eucaristía, el Cáliz y la Hostia Consagrada, a la izquierda del que mira y un poco más alto, está Jesucristo con su Cruz y más abajo la Virgen María, mientras que a la derecha y arriba está el Padre Eterno y bajo san Juan Bautista, y en lo más alto y centro está representado el Espíritu Santo, en forma de Paloma.
            A ambos lados, a la derecha, se observa la agrupación de los sacerdotes y representantes de las diferentes órdenes religiosas en actitud humilde y en la zona opuesta están diversas autoridades eclesiásticas, desde el Papa, Cardenales y Obispos, a más de civiles, algunas Virtudes Teologales y Evangelistas, con profusión de personas, incluido un Rey y el correspondiente cortejo de ángeles.
            En la parte alta de la pared, entre la hornacina, columnas y la esquina, aparecen unos cuadros que también son obra del mencionado pintor; en el de encima de la puerta de la sacristía se representa el momento de la crucifixión, clavando al Redentor en la Cruz; el siguiente nos recuerda a Jesucristo descansando en el pozo de Jacob, cuando llega la Samaritana en busca de agua fresca, mas Jesús le ofrece otra mejor.
            Después de la hornacina, la escena se refiere al encuentro de Jesucristo con sus discípulos, camino del Castillo de Emaús, para preparar la primera Eucaristía y el último cuadro nos recuerda al Nazareno cargado con la Cruz y la Corona de Espinas, caminando por la calle de la Amargura, en el momento de una de sus tres caídas, rodeado de sayones y esbirros.
            Con ello, sólo nos resta describir otros dos recueros con la orla también dorada, pero que estaban ocupados al decorar la iglesia al terminarla, por dos grandes imágenes, en el situado bajo Jesús sentado con sus discípulos, la Imagen del que fue Patrón del pueblo en otra época, san Vicente Ferrer, tan apreciado en el Reino de Valencia, mientras que bajo de la escena mencionada del pozo, estaba la Imagen de Santa Lucía, con su palma del martirio que sostenía en una mano, y con la otra una vasija con sus propios ojos.
            Ya hemos dado a conocer un poco la distribución y contenido del Presbiterio a su revestimiento e iniciado algunas de sus modificaciones. El gran cambio fue el iniciado por don Juan Pablo Pérez-Caballero. Ya mencionamos la elevación del piso y mesa, a más de la colocación del revestimiento total de las paredes bajas con mármoles. Al perderse las grandes esculturas contiguas al patrono de la Parroquia, este citado ibense decidió sufragar la pintura del lienzo de la gran hornacina y encargar dos frescos para dichos recuadros. En esta mejora desaparecieron los sillones fraileros del coro.
            En el recuadro que tuvo a san Vicente Ferrer, hoy aparece la Epifanía, los Reyes Magos y su séquito están adorando y prestando pleitesía al Niño-Dios, para regalarle después cada uno de ellos oro, incienso y mirra, en presencia de la Santísima Virgen María y de san José. Las dos viejas puertas mencionadas se sustituyeron por artísticos y decorados ejemplares, regalando unos sillones para los sacerdotes de puro estilo, de madera noble y haciendo juego con ellos dos mesitas auxiliares. Al otro lado, es para glorificar la venida del Espíritu Santo sobre el Colegio Apostólico, en forma de lenguas de fuego, estando presidido por la Virgen, el día de Pentecostés.
            Esta representación la creo no conseguida y no satisface, es más, considero desdice del resto de las pinturas. El otro es mejor y además muy adecuado a lo que representa, como también apropiado a nuestra industria juguetera, de donde se surten de juguetes SS.MM. los Reyes Magos, desde hace más de noventa años. Las pintó don Remigio Soler de Agres.
            Al acercarse la fecha de celebrar el matrimonio de doña María Rico Vilaplana y don Pascual Payá Lloret, las bodas de oro de su enlace, decidieron dejar en ella una mejora en la Parroquia y por fin se decidieron por la que sirviera para resaltar mejor el Presbiterio mediante conveniente iluminación y que fue muy celebrada. Ello se consiguió a base de veintiún reflectores de 500 vatios cada uno, que resaltaban los dorados, pinturas, imágenes y mármoles. Su efecto causó admiración, y resultó una importante mejora para el templo.
            Ya quedó reflejada la existencia del grupo escultórico del Titular de la Parroquia, su destrucción no fue subsanada hasta que habiendo fallecida doña María Rico Vilaplana, madre de don Raimundo, don Ramón, don Artemio, y don Ismael Payá Rico, estos hermanos quisieron aprovechar la fecha del aniversario de su madre, 10 de marzo de 1959, para que en ella volviera a aparecer en la hornacina la figura del Salvador, y la encargaron.
            Depositaron su confianza en el artista Francisco Garcés Martínez, previas conversaciones y proyectos posibles, de Valencia, que por lo demás, ya existen en Ibi obras suyas, que llamaron su atención. Como el nuevo expositor y los frontis laterales que le encargó don Juan Pablo Pérez-Caballero, cuando su reforma. En vez del grupo anterior, se acordó que fuese sólo la imagen del Salvador, que tiene 1,80 de estatura. Su resultado no podía imaginarse mejor.
            La majestuosa imagen está espolizada con plata de ley; como fondo, sus tonos claros dan la sensación de blanco, con rosa pálido en los pliegues. Ello queda reforzado, al enmarcarse la figura desde su posterior, por unos rayos plateados muy brillantes, divergentes y cuyos finales forman una elipse, mas por detrás de los mismos salen otros rayos de mayor tamaño y dorados. A ambos lados, simbólicamente y para reforzar la escena aparecen las Tablas de la Ley, así como los pergaminos de las profecías.
            Las fiestas de 1981 fueron extraordinarias al conmemorarse los 250 años de la entrada de la imagen de la Virgen Madre de los Desamparados y al mismo tiempo, las Bodas de Oro de su Coronación Canónica. Por tal motivo, su Imagen se trasladó a la ermita de San Vicente Ferrer, para allí vestirla y prepararla con las mejores galas, por sus Camareras, que a la hora prevista formaron todas, junto al lugar donde iba a ser depositada y presenciar su apoteósica salida y traslado a la Parroquia, entre vítores y alegría general.
            Aquella noche, imprevistamente, pronto corrió una noticia luctuosa; una de las Camareras que estuvo en todos esos actos, doña Maribel Rico Pérez, había fallecido repentinamente. La Virgen y su Divino Hijo, habían dispuesto que el resto de las Fiestas las contemplara junto a Ellos, desde la Patria Celestial.
            Su resignado esposo, un laborioso industrial juguetero, don Francisco Guillem Verdú, que supo escalar a los primeros lugares con su buen hacer, pronto concibió la idea de perpetuar dicha fecha, dejando en la Parroquia un recuerdo, y que al mismo tiempo, fuera una mejora para la misma. Los posibles proyectos se fueron sucediendo, mas deseando que fueran de provecho, lo consultó con el celebrado escultor, aquí residente y natural de Bañeres, don Vicente Ferrero Molina, y juntos pasearon por la iglesia de la Transfiguración del Señor, para decidirse por la solución, no sin antes consultarlo con el cura, don José Hernández.
            Lo más acertado era solventar y mejorar el contenido de la hornacina del Presbiterio, con la sola imagen del Señor, que a pesar de su 1,80 de altura, casi resultaba pequeña para el gran espacio que quedaba libre. Un adecuado pedestal podía solucionarlo y además con él se completaba el tema de lo acontecido en el monte Tabor. Pronto el señor Ferrero fue preparando diversos bocetos sobre el tema.
            Elegido el definitivo por el donante, se fue elaborando y es el que hoy aparece en dicho lugar. Mas no quedó ahí la mejora, la parte baja de la pared, desde la hornacina hasta el suelo, también se remozó con un zócalo de mármol rojo de Alicante, que fue rematado con un mármol negro agudo y en cuyo ángulo superior izquierdo se colocó un rosetón de bronce que reproduce frontalmente el rostro de doña Maribel Rico Pérez.
            Debemos intentar describir primero el pedestal que sirve de soporte a la imagen del Redentor y la eleva convenientemente. Tiene un cuerpo central en tres dimensiones y es rectangular, en el que aparecen las figuras del Señor y sus Apóstoles, san Juan, Santiago, y san Pedro en bajo relieve fundido de cera, en bronce y enmarcado entre mármoles de color rosa de Valencia, negro Portero y Blanco Carrara que hacen destacar la base y parte alta, así como las columnas, su basamento y capiteles.
            De la parte posterior del cuerpo, parte a cada lado una prolongación, estando enmarcadas con mármol rosa y en cuyo centro existe otro bajo relieve, representando respectivamente a Moisés con las Tablas de la Ley y al Profeta Elías con sus pergaminos de profecías. Todo ello fue solemnemente inaugurado el día 6 de agosto de 1984, en misa vespertina del día del Salvador, con gran afluencia de devotos.
            Tal hornacina, ya fue ideada cuando la ampliación del Presbiterio, Capilla de la Comunión, sacristía y trasteros, a más del cambio de estilo del anterior templo, hasta quedar tal como hoy se encuentra. Pues era, para contener a todos los personajes mencionados, pero casi a tamaño natural; el Señor y Moisés con Elías en lo alto del monte Tabor, mientras en la zona baja agachados o de rodillas estaban los tres asustados apóstoles. Allí permanecieron hasta su destrucción en 1936.
            El agradecimiento al donante por la mejora fue unánime, mas éste pronto notó que la sola figura del Señor, estaba más alta y centrada. Se lograba el efecto apetecido más lateralmente quedaba cierto vacío y decidió consultar con el escultor citado, el cual aconsejó añadir unos candelabros artísticos que lo evitaran.
            Así que se proyectaron algunos modelos y elegido uno, se encargó una reja. Son altos y sólo se diferencian en que uno de ellos, en su zona media, tiene la figura de san Francisco de Asís, Patrono del donante, mientras que el otro, tiene en su lugar a santa Isabel, por la difunta Maribel. Son de sobria concepción y terminan en cinco brazos, que nacen en tres diferentes altitudes, además de iluminar, rellenan los laterales y son un buen complemento para el conjunto.
            Fueron inaugurados casi cuatro años más tarde, un tres de enero de 1988. Pregunté al señor Guillem si disponía de alguna foto y me entregó la que incluyo, para que sirva al lector para mejor conocer la visión del conjunto.

            8º Altar - Dejamos ya el presbiterio y contiguo existe este altar, ya indicado como exacto al del otro lado y para el cual sirvió de modelo. Por herencia, venía perteneciendo a los padres de mi abuela paterna, Carmen Gil Samper, correspondiéndole después a su hermano Francisco; el titular del altar era San Francisco de Paula que lo presidía y debajo del cual, posteriormente, se colocó un Crucificado con su hornacina, pasada la mitad del anterior siglo.
            Voy a contar una corta narración del acontecimiento del tal traslado. Los referidos personajes tenían en la sala a tal Crucificado, de marfil de 36 centímetros y la Cruz aparte, de tradición familiar; además tenía la misma familia una muchacha y una jovencita de 15 ó 16 años que era sordomuda de nacimiento, pero que era muy popular en el pueblo y con todo el mundo se hacía entender.
            Una tarde, la joven bajó de la sala, donde estuvo un tiempo, muy excitada y manifestando a voces que el Cristo había levantado la cabeza y elevado los ojos hacia el cielo; ante la sorpresa de todos, ya que era doble el motivo por el significado de sus palabras, como por ser las primeras que pronunciaba y seguía repitiendo. Todos se dirigieron a ver al Cristo, que al expirar dejó caer la cabeza hacia la derecha y abajo, dejando casi cerrados sus ojos.
            Más la afirmación de la sordomuda se vio comprobada; el Cristo tenía la cabeza levantada y se abrieron sus ojos, alzándolos hacia lo alto. Rápidamente se fue propagando la noticia por todo el pueblo, con los más diversos comentarios y las visitas se multiplicaban. Se llamo al señor cura, que ya conocía al Cristo y comprobó el cambio operado. Realizó varios interrogatorios por separado y dio a conocer al obispado el suceso, que también se personó en el domicilio.
            Pasado un tiempo, se ordenó trasladar al Cristo al altar familiar, preparándole su hornacina, depositada sobre el ara y bajo de la del santo titular. La joven siguió ya hablando con toda naturalidad y este recuero, María "Dora" me lo ha repetido en varias ocasiones al encontrarnos, pues se lo contó su madre que conocía  a la joven y fue a ver el Cristo y ambas acudían al mismo a rezarle. Durante la guerra civil de 1936 se recibió en el Ayuntamiento notificación de que se andara con urgencia tal Crucificado a Madrid, más no se pudo tramitar, porque precisamente había sido destrozado el día anterior.
            Al casarse mi abuela y fijar la residencia en Barcelona, el altar pasó a propiedad de su hermano, siendo después su viuda la encargada del mismo, más no quiso reponerlo, ni consintió que lo realizara mi padre. Al pasar el tiempo sin que se llevara a cabo su reposición tres hermanas procedentes de Teruel y que aquí se afincaron, se interesaron por la restauración del mismo y obtenido el permiso del señor cura, con la salvedad de cambiar el titular, fue dedicado a la Virgen del Pilar.
            Se reprodujo, pues, el altar de la Virgen en Zaragoza, por doña Joaquina Lozano Garzarán, encargada de todas las diligencias y adquisición de la Virgen, todo tal como en la actualidad se encuentra y se celebraba solemnemente su festividad y recambio de sus mantos. Además, como la Guardia Civil la tiene como patrona del Cuerpo, acuden tanto los residentes del Cuartel, como los jubilados que aquí fijaron su residencia.



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jueves, 2 de mayo de 2013

Antonio Anguiz Pajarón: "Cosas de mi pueblo, Ibi." (1)

Entre los años 1998, 1999 y 2000, en la sección "Revista literaria" del libro de fiestas de Moros y Cristianos, don Antonio Anguiz Pajarón colaboró como ya venía haciendo desde 1953 con unos interesantes artículos.
Éstos artículos, en principio, formaban parte de un capítulo que iba a estar incluído en un nuevo libro que estaba preparando, y que al parecer se llamaría: "Cosas de mi pueblo, Ibi". Lamentablemente, don Antonio fallecía en el año 2001 y el libro no pudo llegar a ver la luz.
Dicho capítulo de aquel libro hablaba de los altares e imágenes de la parroquia de la Transfiguración, antes y después de 1940.
Estoy seguro que aquel libro hubiera sido interesantísimo, y nos hubiera mostrado multitud de cosas que muchos desconoceríamos, así que, me he permitido el lujo de poder recuperar aquellos artículos, para que todos aquellos que no pudisteis leerlos en su día en los libros de fiestas, podáis hacerlo ahora, y de paso imaginar y saborear un trocito de aquel libro que a don Antonio le hubiera gustado poder ofrecer a su pueblo de Ibi.

Como el artículo al completo es bastante extenso, lo dividiré en varias entradas. 

Allá por el año 1998, don Antonio escribía esto en el libro de Fiestas:




El presente artículo forma parte de uno de los capítulos de mi libro intitulado COSAS DE MI PUEBLO, IBI, que, con motivo del 5º Centenario de la Parroquia de la Transfiguración del Señor, he ido escribiendo, aunque mucho más despacio de lo que mi ilusión y mi voluntad quisiesen, a lo largo de esos dos últimos años. Este año de 1998, en el cual se cumplen 45 desde mi primera colaboración allá por 1953 en la presente Revista, no podía faltar, pese a todo, a la invitación anual de la Comisión de Fiestas para colaborar en ella.
Ahí van, pues, unos cuantos datos, recuerdos y memorias de nuestra principal iglesia.
Revista de Fiestas de Moros y Cristianos - 1998. Pág. 249.





(...) Iniciamos el recorrido a finales del siglo XVIII. Nuestros antepasados creyeron conveniente ampliar el templo Parroquial y añadieron todo lo que ocupa el actual Crucero, Camarín de la Patrona, presbiterio, sacristía, trasteros, coro  y una segunda torre, la de las campanas. No vamos a intentar discernir sobre su verdadera necesidad, más es obligado reconocer que para nuestros días fue un gran acierto, ya que en las grandes solemnidades resulta insuficiente hoy. A ello hay que añadir que ya entró a compartir la feligresía, desde el 5 de noviembre de 1972, la nueva Parroquia de Santiago Apóstol, además hay culto en la Capilla de la Residencia de Ancianos de San Joaquín que celebra misa diaria y varias en el Colegio de los Salesianos.
            En la 2ª parte ya traté de recoger la información que hace referencia al contenido de la misma Iglesia, después de crearse tal Parroquia. En 1596 ya había empezado la construcción del templo. Este estudio también será algo extenso y con este preámbulo, pasamos a introducirnos en el enunciado título.
            Para ello, lo mejor va a ser efectuar el recorrido por el templo y tratar de describir su distribución y cuanto en él vaya apareciendo, recordando las modificaciones que hayan sufrido las diferentes Capillas y las Imágenes que contengan, siempre después del término de la guerra. Hay que mencionar que durante ésta, el templo se utilizó como mercado cerrado, para lo cual se destruyeron los altares y se suprimieron sus mesas e imágenes todo lo cual hubo de ser reparado, bendecido y adquirido en un período de tanta escasez.
            Esta visita-recorrido, puede hacerse a partir de cualquier punto del templo y me parece como más natural el que lleguemos desde la plaza de la Iglesia y penetrando por la puerta principal, aparece un atrio rectangular o vestíbulo, con tres puertas más. La que nos enfrenta es la mayor, más ancha y todas son de dos hojas. Aquélla es la de entrada y salida en las aglomeraciones, a más de las otras que son laterales de uso diario.
            Por la puerta de nuestra derecha, nos introducimos en un espacio igual al del atrio, pero que contiene actualmente bancos, y en la pared que da a la plaza, llama la atención un conjunto de cerámica valenciana, de forma elíptica y bastante grande, que nuestros antepasados colocaron al construir la Capilla de la Comunión y Camarín de la Patrona en el centro de su piso, habiendo sido el paso obligado para ir a comulgar durante más de ciento cincuenta años. A pesar de lo cual, su conservación es buena.
            Quizá pensaron que por el significado de la cerámica podría existir alguna semejanza y motivación para que la Virgen hiciera igual que Abigail, que supo calmar al Rey David, y que por la Virgen volvamos contritos a Jesús. Una especial circunstancia, como se explicará más adelante, determinó tener que cambiarla de lugar y se trasladó a éste y en cuya parte inferior se lee: "La prudente Abigail, calmó la indignación de David con abundantes presentes. Libro de los Reyes." (1)
            En la otra pared que sigue y forma ángulo, existe la puerta de entrada para subir a la torre del reloj y su cuidado, la cual se reconstruyó para dar dicho servicio y lograr la simetría a la fachada. Durante la ampliación se construyó la otra. A continuación se encuentra otra pequeña puerta que da a un espacio muerto, en donde dentro aparecen unos arcos cortados y en la pared se encuentran aún pinturas del templo de antes de la repetida ampliación, y estilo con las flores góticas de 1596.

            1er Altar - Al avanzar, y siempre efectuándolo por la derecha, nos adentramos en la nave central del templo y que presenta a cada lado cuatro Capillas. En la primera aparece Jesucristo en el Sepulcro y como todas las imágenes del templo, fueron reponiéndose paulatinamente después de 1940, habiéndose reservado este lugar para este motivo y no recuerdo el nombre de la familia que lo repuso. Pido disculpas por este lapsus y si alguien tiene noticias, le agradeceré me lo comunique.
            Antes de la fecha citada, esta Imagen y otras figuraron en la procesión del Viernes Santo, más al faltar, ya no se ha repetido tal acto. Por su gran peso precisaba de doce esforzados mozos del reemplazo siguiente para su traslado, y con frecuentes relevos. La Guardia Civil, por medio de una pareja, escoltaba el Paso y con la particularidad de que era acompañada por dos parejas de componentes de la Comparsa de los Romanos que tenían ese privilegio y de lo que estaban muy orgullosos, haciendo sus relevos.
            Al final de la guerra hubo que reparar bastantes destrozos de la Iglesia y poco a poco los huecos de las Capillas se fueron llenando de imágenes que devotas familias se encargaban de adquirir y reponer en sus respectivos altares y capillas, aunque algunas cambiaron de Santo Titular y familia protectora. En general, quedaron sin ara y mesa para dejar espacio para sillas en las aglomeraciones.
            Desde la ampliación, cada Capilla quedaba delimitada de la nave central por una verja baja y dos puertas, que se mantenían cerradas, salvo en el momento de celebrar en ellas la Misa, frente a las cuales estaba el altar correspondiente, mesa y ara. En las paredes laterales existían algunas esculturas más pequeñas y cuadros, que disponían de grupos de fieles devotos. Cada uno de esos Altares, salvo dos excepciones, no comunicaban entre sí, y en su arcada superior una argolla testimonia que de ella pendía una llama votiva que se iluminaba a base de aceite y a costa de la familia encargada.
           
            2º Altar - Éste, hasta antes de 1940, estuvo dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, donde se celebraba todos los primeros viernes de mes, a más de peticiones de devotos, con asistencia masiva de sus Cofrades, que lucían sus especiales Escapularios. Al tardar en restaurarse, cuando se presentó doña Emilia Torró, lo hizo proponiendo como condición, se trasladase a la Capilla que le enfrentaba, y al no aparecer ninguna otra alternativa, se le concedió. A costa de esta devota se llevó a cabo la renovación del Altar, Imagen y demás, tal como aparece en la actualidad y quedando libre el anterior hueco.
            Enterado de ello don José Guill y su esposa, intentaron hacerse cargo de su reparación y con el Cristo de la Flagelación como titular, que hasta antes de la guerra tuvo su lugar en la Capilla siguiente. Más al llegar la Imagen y no ser de talla, no fue admitida por el Párroco, con los consiguientes contratiempos. Al pasar el tiempo y sin que se reparara, la familia citada reincidió en su petición, más proponiendo entonces como titular a San Pancracio, que aceptado se transformó tal como en la actualidad aparece.

            3er Altar - Esta Capilla se corresponde con el hueco que sirve, a su vez, para entrada por la puerta de san Pedro, en la calle de Colón, y que como he indicada tenía como titular a Cristo Flagelado y atado a una columna. Popularmente era conocido bajo el nombre "del Nostre Senyó del Piló". Desde su construcción en 1596, este Altar estuvo bajo el cuidado de la familia de Brotons el Ric, así como de sus descendientes, como ya se dirá. Precisamente los terrenos donde se asienta este primer edificio parroquial fueron donados por tal ibense. Parece que es efemérides se quiso recordar y para ello, en la parte alta que enfrenta a la entrada, aún se conserva respetuosamente hasta hoy, un ladrillo o recuerdo con una inscripción que abarca tres líneas con esta inscripción: "S.P.Q.R. BROTONS 1596". Me llamó siempre la atención, esa primera parte y a la que no encuentro su referencia.
            S.P.Q.R. Estas enigmáticas siglas presentadas así aisladamente, parecen dejar a uno perplejo y al tratar de localizar su significado, lo primero que se me ocurre, al recordar los estudios de latín e historia, es que pueden corresponder a la frase romana que hace mención al Senatus Populus Que Romanus y que tantas veces hemos visto en los banderines de sus ejércitos, así como en las lápidas de las entradas de sus poblaciones.
            Aquí en Ibi, se contemplan en un recuadro de la Capilla que existía a la entrada a la iglesia, por la puerta de san Pedro y de la Capilla de san Pedro y san Pablo, que están situadas en la zona alta. Siempre me resultaron anacrónicas, pues si bien el mismo tuvo origen, para dejar constancia de que la construcción del templo se realizó alrededor de 1596, como se hace referencia en el recuadro, también se recuerda que fue Brotons el Ric el que cedió terrenos sobre los que asienta esa parte del templo.
            Ex-profeso he querido añadir el adjetivo Ric con el cual era conocido en la población y con suma complacencia por su parte, es para resaltar que ése parecía uno de sus gustos: fue un posible petulante y se vanagloriaba de su situación económica. Quizá conocedor del antiguo significado romano de esas letras, así aisladas, las quiso dejar allí junto a su apellido y fecha, para autobombo, aunque ya estuvieran muy pasadas de moda, aunque también puede, que otro más erudito se las indicara y mandara incluirlas en señal de su podría.
            Posteriormente, me he enterado de que desde la castiza Castilla, ante gentes de esa categoría, siempre preponderantes, al encontrarse ante uno de ellos, la gente suele mencionar esas cuatro letras para calificarlos, pero para despistar atribuyéndolas si fuera necesario, a esta otra frase: "San Pedro Quiso Reinar" (quiso y no pudo).
            Hay otras posibles derivaciones y entre ellas, existe una atribuida a la Iglesia, con su particular acoplamiento, más como el lenguaje mundial dentro de ella era el latín, se recurrió a él y así resultó la frase: "Salva Populum Quam Redimiste". Salva al pueblo que redimiste. Es de suponer que estas dos derivaciones no las conoció nuestro paisano, aunque sí las tan usadas por los romanos y las cito como mera curiosidad.
            Dicho hueco,  al servir de entrada, finalmente quedó sin altar desde la guerra, aunque bien pudiera colocarse alguna imagen en zona alta, como ya estuvo, por lo menos, desde la ampliación del templo y como he referido.

            4º Altar - Esta Capilla tuvo como Cap d'Altar a otra imagen de las que salían antes en la procesión de Semana Santa, a Jesús Nazareno portando la Cruz. Tenía muchos devotos, incluso de las poblaciones más o menos cercanas. Mientras estuvo, anualmente tenía unas visitas especiales, en el día que había que prepararlo para la procesión y Semana Santa. Tal "parroquia" estaba forma por pequeños de ocho a doce años que querían presenciar su bajada y el desarticular un brazo para su limpieza y cambiar la túnica o manto.
            Posteriormente hubo algún intento de reincorporar la referida procesión, principalmente por la llegada de tantos inmigrantes andaluces y de otras poblaciones, en las que también era ésa la costumbre, la falta de las mencionada Imágenes desaparecidas, creo que fue lo que lo impidió, a más de la situación económica.
            Cuando nuestro paisano, residente en Madrid, don José Pérez-Pla Torres, regaló a la Parroquia un Crucificado de gran talla y mérito, de cedro y sin pintar, el Cristo de la Fe, no se encontró, de momento, otro lugar para quedar expuesto que el de esta Capilla con unos oportunos apoyos, para años después ser trasladado a su lugar definitivo. Con esto se terminan las Capillas de este lado y nos hemos de adentrar ya en la ampliación que tuvo lugar a partir de finales del siglo XVIII, más antes debo advertir que las dos últimas Capillas, comunican mediantes arcadas entre sí, al igual como de esta último al Crucero y en cuya pilastra se apoya la escalera para subir al púlpito y en donde se cerraba la Iglesia con su anterior Presbiterio. Hay un gran lienzo representando la Transfiguración del Señor.

            5º Altar - Ya dentro del Crucero añadido, en la pared que da a la calle de Les Eres, hay un nuevo Altar, dedicado a San José y con el niño Jesús a su lado, que es simétrico al que le enfrenta en la pared opuesta. Desde su construcción ya tuvo tal patronazgo; más al pasar el tiempo sin ser reparado, don Vicente Payá Lloret, propuso hacerse cargo de su renovación y con el mismo titular, aunque para poder colocar bancos, ya no añadió mesa. Anteriormente, este altar estuvo a cargo de la familia de don José Verdú (Pateta).

            6º Altar - Doblando en ángulo recto, aparece una amplia y alta puerta. Es la de la sacristía y de la cual informaremos en otro lugar. Y después aparece este nuevo Altar, linda con el presbiterio, por haberse quitado en 1936. Éste y su simétrico, eran de un estilo diferente al actual. Hasta esa fecha perteneció a don Antonio González y como titular tuvo al Niño Jesús de Praga. En la casa de la referida familia tienen otra imagen de este título, que se conserva.
            La referida imagen muestra al Niño Jesús que sostiene en su mano la esfera del mundo. El Niño, con corona real y rematada por una cruz, popularmente se la conocía con el nombre de El Jesuset de la Bola. Al no ser renovado y quedar libre tal hueco, los presos que habían sido liberados de la cárcel al finalizar la guerra civil, decidieron hacerse cargo de su reconstrucción en acción de gracias por haber sobrevivido y que también sirviera para los encarcelados posteriores a 1939. Se llevaron a cabo los correspondientes trámites, tomando como Patrona y Titular del Altar a la Virgen de la Merced. Con anterioridad, ya se había ultimado el altar simétrico del otro lado del presbiterio. Se llevó a cabo de modo idéntico y desde su inauguración, por muchos años, se celebraba su festividad por tal Cofradía.


(1) Para más detalles de este mosaico remito al curioso lector a un artículo de quien fue nuestro cura Párroco durante muchos años, don José Mª Serra, y que fue publicado hace unos años en la revista de Fiestas.





viernes, 17 de agosto de 2012

Orígenes de les Festes d'Hivern

Aunque estamos en pleno verano, y el tiempo está lejos de parecerse al del mes de diciembre, nunca es mal momento para hablar de una de las fiestas más importantes de Ibi, y una de las más nuestras: les Festes d'Hivern.
Ciertamente no conocemos ni el cuando ni el como del inicio de estas celebraciones, y todo lo que podemos hacer son suposiciones ateniéndonos a la información histórica que se conserva en el Archivo Municipal.
Dentro de la información disponible, se encuentra una referencia, del año 1578, justo el año en el que Ibi fué declarada Universidad, la cual menciona a los Fadrins que "llevaven lo bací dels ornaments". Se puede considerar una mínima referencia que no asegura relación real con les Festes d'Hivern, ni siquiera identifica a ningún grupo socio festivo.
Será ya mucho después, en 1636, cuando encontramos otro documento relacionado con la fiesta, esta vez sí bien explícito, ya que hace clara alusión a una de las celebraciones más importantes de esta fiesta: "Lo dia de Santa Llúcia cau en dumenje... y nos pot selebrar la festa aquel dia, he per la major part del consell font determinat que la transferixqen a l'endemà dilluns y que ningú puga fer faena el tal dia".

Por lo que se refiere a la celebración de "dansades" públicas, y por lo tanto, de Festes d`Hivern, existe primera constancia en los Libros de Actas de 1797 y 1798, cuando el vecino Andrés Coloma, "solicita licencia para bailar publicamente Bailes públicos al estilo del país, desde el Nacimiento de Jesús hasta el día de Reyes". Así que ya desde muy antiguo se instauran los trece días tradicionales de las fiestas, el nombramiento del organizador por parte del Consistorio y la celebración bajo el epígrafe del "Nombre de Jesús".

Dice literalmente el documento:
"Andrés Coloma, labrador y vesino de la villa de Ybi, Mayordomo nombrado por el Ylustre Ayuntamiento, suplicante expone: que en dicha villa de immemorial se acostumbra a festejar al Jubilísimo nombre de Jesús con Bayles públicos empesando al otro día del Nacimiento asta el día de Reyes, y deseando el suplicante continuar en este año con dicha práctica. Suplica a Vs, se sirva conseder la licencia para poder Baylar publicamente en estas Navidades que será especial favor y gracia que espera de Vs. Ybi y diciembre a 18 de 1797".

Queda claro, que ya en ese momento está fijada la base de la celebración clásica que heredamos del siglo XIX, y que en las fechas del documento, en 1797, ya se tenía la costumbre como inmemorial.

En 1798, encontramos que "Vicente Moltó y García, labrador y vecino de la Villa de Ybi", es elegido como rey de la fiesta. A través de carta, se vuelve a solicitar permiso para poder celebrar.

El permiso para celebrar fiesta lo concedía el gobernador, y las condiciones siempre serían las mismas para todas las poblaciones que lo solicitaran: que los bailes se hicieran a cara descubierta, a plena luz del día, y con la presencia vigilante de las autoridades.

Ya en 1868, en el libro de correspondencia del Archivo, está registrado el permiso del gobernador civil de Alicante que permite a la población celebrar fiestas en honor ahora a la "Natividad de Nuestro Señor Jesucristo" :

"Siendo costumbre en este pueblo solemnizar todos los años la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo además de las funciones religiosas y bayles públicos al estilo del País, exigiendo un autorizado por el párrafo 6º (...) he tenido a bien conceder permiso para realizarlo con disfraz y mascaras. Dando conocimiento a Vs de ello para su aprobación. Ibi 26 de diciembre 1868".

De la importancia social real de les Festes d'Hivern y de lo que conllevan, existe constancia a través de su citación normativa a través de las Ordenanzas de Policía Rural y Buen Gobierno de 1902. Los capítulos 3 y 4, hacen referencia: "Quedan incluidas en este capítulo las fiestas de Septiembre, la de Navidad a Reyes, Carnaval y otras cuantas diversiones o espectáculos se permitan en la vía pública".

Años después, las celebraciones desaparecieron brevemente, tras la Guerra Civil, aunque a partir de los años 40, se celebra Ball del Virrei, con importantes reestructuraciones, así como danses y Enfarinats, que desaparecieron en 1957.

En 1979 se recuperan les danses, con Rei y Virrei, aunque ya no era factible retomar el extenso calendario completo.

Actualmente ya conocéis de sobra los días y los actos que dedicamos a estas fiestas tan importantes, y que afortunadamente gozan de tan buena salud. Así sea por muchos años !

Ah! otra cosa que se me olvidaba, y es que en julio del año 2009, les Festes d'Hivern, fueron declaradas Fiestas de Interés Turístico Autonómico.

Ahora sí, un saludo Ibi-bloggers.



Fuente: LES FESTES D'HIVERN A LA VILA D'IBI. Sergi Gómez i Soler y Antonio Ariño Villarroya.


domingo, 5 de agosto de 2012

El terremoto de 1620

Después de un largo tiempo sin actualizar el blog, vuelvo a la carga para hablar de una catástrofe natural que tuvo lugar en nuestro pueblo, allá por el lejano siglo XVII, 9 años antes de que Ibi fuese declarada Villa Real.

El suceso, puso un terrible fin a aquel año de 1620, y no sólo para el pueblo de Ibi, sino para los de toda la comarca. Ocurrió un miércoles, 2 de diciembre, a -les cinch ores de la primanit- (seis de la tarde actual), el epicentro tuvo lugar en Alcoy. Existe documentación escrita de los daños que acontecieron  a diversas poblaciones, pero nos centraremos en Ibi.

Al igual que las poblaciones más cercanas al epicentro, Ibi sufrió grandes destrozos en las edificaciones, sin contar ninguna víctima mortal entre sus vecinos, aunque con graves pérdidas de ganado. El suceso fué terrible, aquel día 2 de diciembre amaneció nublado y hacía un frío intenso, con viento gélido. A medidodía la fina lluvia fué transformándose en nieve -ademés de fer tota aquella vent ab pluja y neu-, la gente abandonó las calles y se retiró a sus casas huyendo de aquellas condiciones meteorológicas.

A media tarde, la oscuridad era total, cuando de pronto un terrible estruendo seguido de la conmoción de tejados y paredes desalojó en pocos minutos a todos los vecinos de sus casas, viendo que se les venían encima.  Algunos de aquellos vecinos salieron a la calle sin vestir o con apenas ropas.
Aunque la primera intención de las gentes fué buscar refugio en la iglesia recién estrenada, la fuerza del terremoto había hecho caer uno de los arcos principales de la misma y todo el conjunto corría peligro de desplomarse.
Así que no tuvieron más remedio que reunirse en lo que hoy es la plaza de las Cortes, y encendieron varias hogueras para calentarse.
Durante la noche tuvieron lugar varias réplicas haciendo que las horas fueran interminables, pues hasta bien entrada la mañana no dejó de nevar.

Al día siguiente, el panorama era lamentable. No hubo casa que, en mayor o menor medida, no sufriera daños. La torre del campanario estaba partida, la ermita de San Vicente, reconstruida hacía poco tiempo, con graves daños, y la de Santa Lucía, derruida.
La ermita de Santa Lucía, que en esta imagen de principios del s.XX se ve al fondo a la izquierda, quedó totalmente derruida, a causa del terremoto.

Parte de la canal del tejado de la iglesia había caído sobre una casa que resultó completamente destruida.
Numerosos daños fueron contabilizados: tapiales, fuentes, solanas, chimeneas, corrales con sus animales muertos en su interior...

En fin, un suceso que Ibi tuvo la fortuna de superar sin contar víctimas mortales, y cuyo recuerdo, en documentos, nos permite recordar hoy en día los esfuerzos de la gente de aquel entonces para salir adelante y reconstruir todos los daños, que no fueron pocos.

Saludos, Ibi-bloggers !