Muchos de vosotros, cuando habéis ido a la ermita de Santa Lucía, habréis visto esas extrañas marcas grabadas en la piedra, en forma de herradura. Y también estoy seguro que algunos habréis escuchado la explicación en forma de leyenda que se atribuye a las mismas.
Se trata de la leyenda del "cavall de foc", o "cavall de foc sobre Santa Llúcia", todo un clásico entre las leyendas locales, y que desde el blog de Ibi, quiero recordaros:
Cuenta la leyenda que, hace muchísimo tiempo, en tiempos de guerra, llegó a Ibi un hombre extraño y silencioso. Esta persona buscaba alojamiento para pasar las noches y resguardarse del frío, así que los vecinos del pueblo, que por aquel entonces eran pocos, aceptaron darle un techo a cambio de que cuidara los animales que cada uno tenía.
Pasado un tiempo, todo parecía normal y nadie sospechaba nada, pero poco tiempo después dio la casualidad que comenzaron a desaparecer de los corrales del pueblo las gallinas, conejos, pavos, patos... sin embargo, lo más alarmente fue que también comenzaron a desaparecer, sin dejar rastro, todos los niños de la contornada.
¿Qué les habría pasado a aquellas criaturas? Los padres, desesperados, no sabían que hacer, hasta que un día, por fin, pudieron resolver el misterio.
Por una de esas casualidades, una noche, un vecino que se había despertado muy pronto, pudo ver como aquel forastero se llevaba una criatura dentro de un saco. Consciente de la gravedad de la situación, aquel buen hombre lo siguió hasta llegar a una cueva donde... ¡sorpresa!, aquel individuo, aquella mala bestia, tenía encerrados a todos los animales, y a todos los niños desaparecidos en el pueblo.
A toda prisa, el hombre corrió hacia el pueblo para explicar lo que había visto. Estaba anocheciendo, pero nadie quiso esperar al día siguiente, así que armados con hachas, azadas, horcas, y antorchas, organizaron una expedición para ir hasta la cueva de aquel hombre infernal.
Cuando la gente de Ibi llegó a aquel lugar, el forastero ya huía, como si de una cabra salvaje se tratara, hacia la cima de la ermita de Santa Lucía, donde estuvo ubicado el antiguo Castell Vermell, y por más que intentaron apedrearlo y golpearlo, aquel hijo del infierno continuó huyendo, hasta que llegó arriba del todo. Cuando parecía que no tenía escapatoria, y la gente del pueblo lo acorraló contra la puerta de la ermita, ocurrió algo asombroso: del cielo descendió un caballo de fuego, y de un salto, aquel hombre se subió a él. El caballo se impulsó, golpeando furiosamente sus patas contra las piedras,... y desaparecieron los dos, el caballo y el hombre, envueltos en llamas, hacia el cielo.
Todavía hoy, aquellos que no creen esta historia, pueden ir a visitar la zona de la ermita de Santa Lucía, y comprobar que aún son perfectamente reconocibles, marcadas sobre la roca, varias marcas de herraduras, que aquel caballo de fuego dejó grabadas para la eternidad.
Hasta aquí la leyenda, y aquellos que no la conocíais,a partir de ahora, seguro que cuando veáis esas marcas de herraduras, recordaréis esta historia.
Hasta pronto Ibi-bloggers.
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