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jueves, 20 de mayo de 2010

El reloj de la torre de la iglesia

Seguro que habéis escuchado en multitud ocasiones los toques del reloj de la torre de la iglesia. Y seguro alguna vez lo habréis mirado sin prestarle demasiada atención.
Repasaremos algunos detalles de la historia de este elemento que tantas veces nos habrá pasado inadvertido.

El día 27 de febrero de 1888, la Corporación Municipal, entre otos, tomaba la decisión de tratar con "predilecta atención a cualquier otro" asunto el conseguir un reloj para la torre de la iglesia, ya que "por espacio de cuatro o cinco años se encontraba la Villa privada de reloj público, pues el que existía antes de acometer las obras de la Parroquia, se hallaba inútil para el servicio...", y además, dato curioso "dicho estado se hacía insoportable".

Aunque hasta el año siguiente, no se podría consignar alguna cantidad en el presupuesto para este cometido, sí se entraron en conversaciones con algunos fabricantes, puesto que D. José Francisco (de Paula) Pérez Vidal, que se encontraba en Madrid fué autorizado para interesarse y enterarse de las condiciones para adquirir un reloj de torre para Ibi, fuese del "renombrado sistema CANSECO" u otro, y que además comunicase las gestiones que hiciese.

Así pues, se recibió respuesta en la que se exponían las gestiones realizadas con el afamado relojero Antonio Canseco y Escudero, como por ejemplo que el sonido de las campanas alcanzaría más de una legua.
El pedido constaría de los siguientes elementos:

"Una máquina de horas y cuartos, con cuerda para treinta horas a un descenso de ocho o nueve metros, con sus curdas metálicas y pesas; un timbre o campana de metal de 300 kg., con su martillo para tocar las horas; otro timbre o campana de metal de 250 kg., también con su martillo para tocar los cuartos; una esfera transparente de cristal de luna, de un metro y dos centímetros de diámetro, de una pieza, con sus cuatro manecillas y cuadraturas para apuntar horas y minutos".

Todo este sistema le costaría al ayuntamiento 4.000 pesetas de la época, además de lo que costasen los gastos de instalación, obras que fuesen necesarias hacer, andamios y accesorios que hicieran falta; los portes desde Madrid; y los gastos de ida y vuelta de los operarios necesarios para colocar el reloj y dirigir las obras (10 pesetas diarias de honorarios).
Por parte del fabricante, el reloj tenía una garantía de 10 años.

Por si a alguien le interesa la forma de pago, decir que se acordó pagar las 4.ooo pesetas de la siguiente forma: 2.000 pesetas al término de la instalación del reloj, y 2.ooo pesetas al año de la misma.
La Corporación dió el visto bueno en fecha 13 de marzo de 1888, y formalizó definitivamente el contrato el 20 de junio del mismo año.

Las campanas pesarían, una 512 kg., y la otra 316, por lo que el 16 de julio de 1888, solicitó se enviasen a Villena dos carros para recoger toda la mercancía, que en total pesaría 1.740 kg.
Una anécdota curiosa cuenta que al montar el reloj, se dieron cuenta que faltaba una pieza esencial sin la cual el reloj no podría funcionar, y para que no tuvieran que volver a Madrid a buscar la pieza, alguien insinuó que podría construirla "El Práctico Picó" (Antonio Picó Beltrá), el cual la fabricó utilizando para ello una cerradura vieja.

Taller del "Práctico Picó" en la plaza de la Palla. Año 1910. En su lugar hoy se encuentra el hotel Plata.

Para terminar, os voy a dejar unos enlaces interesantes. El primero de ellos es un inventario de relojes de la marca CANSECO, donde en la lista podéis ver que aparece el de Ibi; y el segundo un inventario de las campanas, con algunos de sus datos.


Con todo esto, os envío un saludo, y espero que nos leamos pronto, hasta pronto Ibi-bloggers.




Fuente: Herminio Calatayud Benavent. Libro de fiestas de moros y cristianos 1957
Foto 1: E.J. Fuster
Foto 2: http://fotosantiguasdeibi.blogspot.com

4 comentarios:

  1. Magnífica recopilación Raúl. Del reloj te puedo contar poco, pero de las señales horarias a base de campanadas te puedo decir que cuando yo era pequeño no tenía reloj de pulsera (no lo llevaba casi nadie a diario, sólo los domingos). Así que, cuando teníamos que regar la huerta, el sonido de los cuartos era la única referencia para saber cuando había que "cortar" la entrada de la "fila" de agua con el "trestallador". Así se organizaba el riego, bancal a bancal, campesino a campesino, de día y de noche, durante todo el verano.

    Saludos cordiales.

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  2. Es verdaderamente interesante, no tenía ni idea. Hay que ver como cambian las cosas, jeje. Un saludo, Basseta.

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  3. Muy bueno tu blog Raúl, y con una argumentación magnifica. Felicidades. Te invito a visitar el mío, trata de fotografía y es el siguiente http://fotosjacampoy.blogspot.com/, llevo poco en esto, pero intento mejorar, ja ja ja. Sigue así, contandonos cosillas de Ibi.

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  4. Muchísimas gracias J.A. La verdad que también he visto tu blog, y hay fotos que son una pasada, como por ejemplo la del lavadero de Anna, me encanta. Enhorabuena por tu blog :D

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